El Progreso del Peregrino

El Progreso del Peregrino

by John Bunyan
El Progreso del Peregrino

El Progreso del Peregrino

by John Bunyan

Paperback(Spanish Language Edition, Pilgrim's Progress (Spanish))

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Overview

“Cristiano” es un hombre que hace un viaje aventurero por terreno agreste, recorriendo colinas bañadas por el sol y oscuros valles. Su caminata es una intrigante alegoría para la actualidad, mezclada con la caballeresca aventura del ayer, a medida que el peregrinaje nos lleva desde la Ciudad de Destrucción hasta la Ciudad Celestial cuyo constructor y hacedor es Dios. Aclamada como una las más grandes obras maestras de la literatura del mundo, la hermosa alegoría de John Bunyan cautiva la atención del lector a la vez que proporciona perspectiva sobre la vida cristiana.


“Christian” is a man on an adventurous journey across rough terrain, over sunlit hills, and through dark valleys. His trek is an intriguing allegory for today—mixed with the chivalric adventure of yesterday—as the pilgrimage takes us from the City of Destruction to the Celestial City whose builder and maker is God. Acclaimed as “one of the greatest literary masterpieces in the world,” John Bunyan’s beloved allegory captivates the reader’s attention while providing insight into the Christian life.

Product Details

ISBN-13: 9781641234788
Publisher: Whitaker House
Publication date: 01/14/2020
Edition description: Spanish Language Edition, Pilgrim's Progress (Spanish)
Pages: 320
Sales rank: 360,804
Product dimensions: 5.00(w) x 7.00(h) x 0.82(d)
Language: Spanish

About the Author

About The Author
John Bunyan (1628–1688) was a Reformed Baptist preacher in the Church of England. He is most famous for his celebrated Pilgrim's Progress, which he penned in prison. Bunyan was author of nearly sixty other books and tracts, including The Holy War and Grace Abounding to the Chief of Sinners. 

Read an Excerpt

CHAPTER 1

Un hombre vestido con harapos y agobiado por una gran carga en la espalda estaba parado frente a su propia casa. Abrió la Biblia que sostenía en la mano y mientras leía, lloraba y temblaba. Finalmente, sin poder contenerse más, gritó:

–¿Qué es lo que haré?

Afligido, entró a la casa y dijo:

–Oh, amados esposa e hijos, estoy angustiado porque llevo esta carga sobre mi espalda. Además, estoy seguro de que nuestra ciudad será incendiada por el fuego que descenderá del cielo. Todos moriremos a menos que hallemos una forma de escapar.

La familia estaba sorprendida, no creían que lo que decía era verdad, pensaban que estaba fuera de sí. Imaginaban que si dormía se calmaría, entonces lo llevaron a la cama. Pero en la noche se afligía tanto como de día y pasó la noche con suspiros y lágrimas.

En la mañana dijo que estaba peor que la noche anterior. Habló con ellos otra vez, pero no querían escucharlo. Ya que el dormir no lo había ayudado, decidieron tratar su locura con burlas, regaños e ignorándole.

Con frecuencia se iba solo al campo, para orar por ellos y leer la Biblia. Así pasaron algunos días.

Un día en el campo lloró:

–¿Qué debo hacer para ser salvo? –Miraba hacia un lado y hacia otro como si quisiera correr, pero no sabía hacia dónde.

Un hombre se acercó.

–Yo soy Evangelista. ¿Por qué lloras así?

El hombre respondió:

–Señor, leo en esta Biblia que estoy condenado a morir y que después de eso iré a juicio. Encuentro que no deseo lo primero, y no soy capaz de enfrentar lo segundo.

–¿Por qué no deseas morir, ya que esta vida está tan llena de mal?

El hombre respondió:

–Temo que esta carga en la espalda me hundirá en el infierno. No estoy listo para ir a juicio. Y los pensamientos me desesperan.

–¿Por qué entonces no haces algo?

–¡No sé qué hacer!

–Lee esto. –Evangelista le dio un rollo de pergamino que decía: "Huye de la ira venidera".

El hombre preguntó:

–¿Adónde debo huir?

Evangelista apuntó más allá de una planicie amplia.

–¿Ves la portezuela lejana?

–No.

–¿Ves la luz brillante a lo lejos?

–Creo que sí.

Evangelista dijo:

–Sigue la luz y te llevará a la puerta. Cuando golpees, el guardián te dirá qué hacer desde allí.

Entonces el hombre comenzó a correr. Al verlo, la esposa y los hijos le gritaban para que regresara. Pero el hombre se cubrió los oídos y corrió, gritando:

–¡Vida! ¡Vida! ¡Vida eterna!

Los vecinos también salieron para verlo correr y algunos se burlaron, otros amenazaron y algunos le gritaban para que regresara. Dos vecinos, Obstinando y Flexible, lo siguieron y lo alcanzaron, intentando persuadirlo para que regresara con ellos.

Él les dijo:

–Ustedes moran en la ciudad de la Destrucción. Y si mueren allí, se hundirán en un lugar que arde con fuego y azufre. Vengan conmigo.

–¿Qué? –dijo Obstinado–. ¿Y dejar amigos y las comodidades atrás?

–Sí, –respondió Cristiano, porque ese era ahora el nombre del hombre.

–Aquellos no son dignos de ser comparados con lo que busco. Voy en pos de una herencia incorruptible, inmaculada, que nunca se desvanece. Espera en el cielo para ser otorgada a aquellos que la buscan de forma diligente. Leí acerca de eso en mi Biblia.

–¡Cuentos chinos en tu Biblia! –dijo Obstinado–. ¿Volverás con nosotros o no?

–No, porque "he puesto mi mano en el arado".

–Ven, vecino Flexible –dijo Obstinado–, es un tonto y se cree más sabio que siete hombres razonables. Vamos a casa sin él.

Flexible vaciló:

–Si lo que buen Cristiano dice es verdad, las cosas que busca son mejores que las nuestras. Mi corazón anhela ir con él.

–¿Qué? Eres un tonto, también. No seré compañía de tales fantasías engañosas –dijo Obstinado y se volvió–. Sé sabio y regresa conmigo.

Cuando Obstinado se hubo ido, Cristiano y Flexible caminaron a través de la planicie.

–¿Estás seguro de que las palabras del libro son verdaderas? –le preguntó Flexible a Cristiano.

–Sí, la Biblia fue hecha por Aquel que no puede mentir. Hay un reino infinito para habitar, una vida eterna. Se nos darán las coronas de gloria y vestiduras que nos harán brillar como el sol.

–Estos son pensamientos agradables –dijo Flexible–. ¿Qué más dice la Biblia?

–No habrá más lloro, no más aflicción. Estaremos con serafines, querubines y criaturas que deslumbrarán nuestros ojos. Nos encontraremos con decenas de miles que han ido antes de nosotros, amados y santos, todos caminando a la vista de Dios, todos bien otra vez y vestidos con las vestiduras de inmortalidad.

–¿Pero de qué forma podemos compartir eso?

–El Señor ha registrado esto en la Biblia –respondió Cristiano– que si deseamos tenerlo, él nos lo otorgará de forma gratuita.

–El oír esto es suficiente para alegrar el corazón. Vamos, apuremos el paso.

Pero Cristiano respondió:

–No puedo ir tan rápido como quisiera debido a la carga que tengo en la espalda.

Como iban distraídos, se enlodaron en un pantano en el medio de la planicie llamado Ciénaga del Desaliento.

Flexible, enojado ahora, le gritó a Cristiano:

–¿Es esta la alegría y el placer del que me hablaste? Si el viaje comienza de esta forma, ¿cómo será el resto? Si salgo vivo de aquí, puedes seguir viaje sin mí.

Partió hacia su casa y no perdió tiempo en dejar a Cristiano atrás.

Cristiano luchó a través de la Ciénaga del Desaliento hacia la portezuela, pero no pudo salir debido a la carga que tenía en la espalda. Un hombre se acercó desde el otro lado.

–¿Qué haces aquí? –preguntó el hombre.

–Estoy camino a la puerta para poder escapar de la ira venidera. Pero caí en esta ciénaga.

–¿Por qué no buscaste los pasos? –preguntó el hombre.

–El temor me siguió con tanta rapidez que caí en la Ciénaga.

–Yo soy Ayuda.

Y Ayuda tomó a Cristiano y lo colocó en el camino, explicando:

–La Ciénaga del Desaliento no se puede arreglar para que los viajeros pasen de forma segura. Es la acumulación de escoria y de suciedad que, de forma continua, surge de la convicción de pecado. Porque a pesar de que al pecador se lo saca de su condición perdida, temores, dudas y aprensiones desalentadoras aún brotan de su alma y se establecen en la Ciénaga. Al Rey no le gusta que la Ciénaga permanezca tan amenazadora. Hay, por dirección del Legislador, ciertos pasos buenos y sustanciales, colocados de forma uniforme a través del mismo centro de la Ciénaga. Sin embargo, debido a la suciedad, los pasos apenas se ven, y si los hombres están confundidos caen de todos modos.

Ahora Cristiano caminaba a través de la planicie por sí solo. Conoció al señor Sabio del Mundo, quien moraba en Política Carnal, una ciudad muy grande cerca de la Ciudad de la Destrucción. Sabio del Mundo tenía algunos indicios de Cristiano, debido a que ya se hablaba de su partida en esos lugares.

Sabio del Mundo saludó a Cristiano y le preguntó hacia dónde iba.

–A la portezuela a través de la planicie –respondió Cristiano–. Me han dicho que es la entrada al camino para deshacerse de esta carga pesada.

–¿Atenderás mi consejo? –preguntó Sabio del Mundo.

–Si es bueno, lo haré.

–No hay un camino más peligroso y problemático en el mundo que ese al cual Evangelista te ha dirigido. Escúchame, te encontrarás con abatimiento, dolor, hambre, peligro, espada, leones, dragones, oscuridad y en una palabra, muerte.

–Pero esta carga en mi espalda es más terrible para mí. No me importa qué es lo que encuentro si también hallo liberación de mi carga.

–¿Cómo obtuviste esa carga?

–Al leer la Biblia.

–Lo pensé. Les ha sucedido a otros hombres débiles también. El remedio está a la mano. En vez de los peligros, te encontrarás con seguridad, amistad y satisfacción.

–Muéstrame tu secreto.

–En el próximo pueblo, llamado Moralidad, hay un hombre cuyo nombre es Legalidad. Tiene la habilidad de ayudarte a que te deshagas de la carga. Su casa está a un kilómetro y medio de aquí. Si no está en casa, su hijo, Civilidad, puede encargarse de ti tan bien como su padre lo haría. Una vez que seas sanado, puedes enviar por tu esposa e hijos para que se te unan allí, ya que hay casas que están vacías y el costo de vida es muy razonable.

Cristiano, ansioso por deshacerse de la carga, pensó que el consejo era sabio.

–Señor, ¿cuál es el camino hacia la casa de este hombre honesto?

–Debes ir a esa montaña allá. La primera casa es la suya.

–Entonces, Cristiano salió de su camino para ir a la casa de Legalidad. La carga parecía más pesada aún y la montaña pronto se vio desde el sendero y exhibió chispazos de fuego. Cristiano tembló de miedo y comenzó a arrepentirse de haber tomado el consejo de Sabio del Mundo. En ese momento vio a Evangelista que caminaba hacia él y se sonrojó de vergüenza.

–¿Qué es lo que haces aquí, Cristiano? –preguntó Evangelista.

Cristiano estaba parado sin habla delante de él.

–¿No eres el hombre con el que hablé afuera de las murallas de la Ciudad de la Destrucción?

–Sí, señor.

–¿Entonces, qué es lo que haces aquí? Estás fuera del camino que te mostré.

–Un hombre me enseñó un camino mejor, corto y no tan plagado de dificultades como al que tú me enviaste. Cuando llegué al lugar y vi el peligro que había adelante, me detuve por temor. Ahora no sé qué hacer.

Evangelista habló:

–Dios dijo: "Mis justos vivirán por la fe. Y si se retraen, no estaré complacido con ellos". Has comenzado a rechazar el consejo del Altísimo. Hiciste que tu pie retrocediera del camino de la paz.

Cristiano cayó:

–¡Pobre de mí, porque estoy deshecho!

Evangelista tomó su mano derecha.

–El Señor dice: "Cada pecado y blasfemia serán perdonados", entonces, no seas incrédulo, sino cree.

Cristiano se puso de pie y revivió un poco.

Evangelista continuó:

–Sabio del Mundo, quien aprecia solo la doctrina de este mundo, hizo estas tres cosas terribles. Primero, te desvió del camino. Segundo, despreció la Cruz en ti. Tercero, te envió camino a la muerte.

Evangelista continuó explicando de qué forma Sabio del Mundo casi confundió a Cristiano y lo desvió de la salvación. La montaña que se asomaba sobre ellos era el Monte Sinaí. Luego Evangelista movilizó a los cielos esperando confirmación.

Con estallidos de fuego, las palabras retumbaron en la montaña:

–Todos los que confían en observar la ley están bajo una maldición, porque está escrito: "Maldito el que no continúa haciendo todo lo que está escrito en el Libro de la Ley".

–Y nadie es capaz de obedecer todas las leyes –explicó Evangelista.

Cristiano se llamó a sí mismo mil veces necio por oír el consejo de Sabio del Mundo.

Pensando que ahora no había más esperanza para él que no fuera la muerte, le preguntó a Evangelista:

–¿Es posible para mí volver a la portezuela? ¿O estoy abandonado y me envían de regreso en vergüenza? ¿Es mi pecado demasiado grande como para ser perdonado?

–Tu pecado, de hecho, es grande –dijo Evangelista–. Pero se te perdona. El hombre que está en la puerta te recibirá, porque tiene buena voluntad para con los hombres. Pero ten cuidado de no desviarte otra vez del camino, o podrías perecer.

Evangelista le había deseado ¡Que Dios te bendiga! y Cristiano se apuró, rehusando hablar con alguien hasta que halló el camino otra vez. Pronto encontró la portezuela. Sobre la pequeña puerta angosta estaba escrito: GOLPEA Y LA PUERTA SE TE ABRIRÁ.

Golpeó, diciendo:

–¿Puedo entrar aquí ahora? ¿El que está adentro me puede abrir y perdonar, a pesar de que he sido un rebelde indigno? Entonces no dejaré de levantar alabanzas.

Al final, un hombre serio vino a la puerta.

–Yo soy Buena Voluntad. ¿Quién golpea? ¿De dónde vienes? ¿Qué es lo que quieres?

–Soy un pecador pobre y cargado. Vengo de la Ciudad de la Destrucción, pero estoy yendo a la Ciudad Celestial, para recibir liberación de la ira venidera. Me dijeron que esta puerta es el camino. ¿Me permites entrar?

–Con todo mi corazón. Buena Voluntad abrió la puerta angosta y jaló con fuerza a Cristiano hacia adentro.

–¿Por qué hiciste eso? –se enojó Cristiano.

–Hay un castillo fuerte cerca de aquí donde el diablo Belcebú es el capitán. Él y un ejército disparan flechas a aquellos que vienen a esta puerta, con la esperanza de que mueran antes de entrar.

–Gracias por tu rapidez –Cristiano alabó a Buena Voluntad.

–¿Quién te envió aquí?

–Evangelista. Me dijo que tú me dirías qué hacer.

–¿Por qué vienes solo? ¿Nadie sabe que viniste?

–Sí, mi esposa y mis hijos me vieron primero y me llamaron para que regresara. Entonces, algunos de mis vecinos se unieron a su clamor. Pero me rehusé a escuchar y seguí en mi camino. A pesar de eso, me permití a mí mismo descarriarme del camino. Me sorprende que pueda entrar ahora.

–No echamos a nadie, sin importar qué es lo que hayan hecho antes de venir a nosotros –aseguró Buena Voluntad. Luego le hizo señas a Cristiano para que lo siguiera.

–Te enseñaré acerca del camino por el cual debes ir. Mira delante de ti. ¿Ves el camino angosto? Ese es el camino por el cual debes ir. Los patriarcas, los profetas, Cristo y sus apóstoles lo trazaron. Es tan derecho como una regla lo puede hacer.

–¿Pero no hay curvas y serpenteos por el cual un extraño pueda perderse?

–Hay muchas formas que son torcidas y amplias, pero solo el camino correcto es derecho y angosto.

Luego Cristiano preguntó:

–¿Me ayudarías a quitarme la carga de la espalda? He tratado de hacerlo yo solo, pero no puedo hacerlo sin ayuda.

–Siéntete satisfecho de cargarla hasta que llegues al lugar de liberación. Allí caerá de tu espalda por sí sola.

Mientras Cristiano se preparaba para continuar el viaje, Buena Voluntad le dijo:

–Cuando hayas ido cierta distancia, llegarás a la casa de Intérprete. Te mostrará muchas cosas que te ayudarán en el viaje.

Cristiano continuó hasta que llegó a una casa. Golpeó y exclamó:

–Estoy yendo a la Ciudad Celestial. Me dijeron en la puerta que si llamaba aquí, el Intérprete me mostraría cosas excelentes.

La puerta se abrió. Un hombre dijo:

–Soy el Intérprete. Entra.

El siervo encendió una vela y Cristiano siguió al Intérprete a través de la casa hacia una habitación privada donde había un portarretrato colgado en la pared. En el cuadro un hombre muy sombrío tenía los ojos levantados al cielo, el mejor de los Libros en la mano y la Ley de la Verdad escrita en los labios. El mundo estaba a su espalda y una corona de oro colgaba sobre su cabeza. El hombre parecía suplicar a los hombres.

–¿Qué es lo que significa? –preguntó Cristiano.

–El trabajo de este hombre es conocer y revelar la oscuridad a los pecadores. Ha puesto el mundo detrás de él debido al amor que tiene por el servicio a su Maestro. Te he mostrado primero este cuadro porque este hombre es la única guía autorizada por el Señor del lugar adonde vas. Presta mucha atención. En el viaje te encontrarás con algunos que pretenden guiarte al camino correcto, pero su camino guía a la muerte.

Luego, Intérprete tomó a Cristiano de la mano y lo llevó a una sala muy grande que estaba llena de polvo. Llamó a un hombre para que barriera, e hizo el trabajo de forma tan vigorosa que Cristiano comenzó a ahogarse con el polvo. Luego Intérprete llamó a una muchacha para que trajera agua y rociara la sala. Cuando terminó, la sala estaba barrida y limpia.

–¿Y cuál es el significado de esto? –preguntó Cristiano.

–La sala es el corazón de un hombre que nunca se ha santificado por la gracia del Evangelio. El polvo es el pecado original y toda una vida de corrupciones que contaminan al hombre. El hombre que barrió es la Ley. La sirvienta que roció agua es el Evangelio. En vez de limpiar el corazón con su trabajo, la Ley aumenta el pecado en el corazón, porque no da poder para vencerlo. El Evangelio vence el pecado y el corazón se limpia, listo para que entre el Rey de la Gloria.

Intérprete llevó a Cristiano a otra sala donde había dos niños sentados en sillas. El niño mayor, Pasión, estaba inquieto. El menor, Paciencia, estaba sentado tranquilamente.

Cristiano preguntó:

–¿Cuál es la razón del descontento de Pasión?

Intérprete dijo que les habían dicho que esperaran un año para la recompensa. Pero Pasión quería todo ahora, mientras que Paciencia deseaba esperar. Luego, alguien le llevó a Pasión una valija con un tesoro, lo cual hizo que se alegrara y despreciara a Paciencia. Pero despilfarró el tesoro y se convirtió en harapos.

–Explícame esto –dijo Cristiano.

–Pasión es una figura para los hombres de este mundo que quieren todo ahora. Paciencia es una figura para los hombres que esperan ese mundo que está por venir. Hombres como Pasión, creen en el proverbio "Más vale pájaro en mano que cien volando".

(Continues…)


Excerpted from "El Progreso del Peregrino"
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