El plan infinito (The Infinite Plan)

El plan infinito (The Infinite Plan)

by Isabel Allende
El plan infinito (The Infinite Plan)

El plan infinito (The Infinite Plan)

by Isabel Allende

Paperback(Spanish-language Edition)

$13.99 
  • SHIP THIS ITEM
    Qualifies for Free Shipping
  • PICK UP IN STORE
    Check Availability at Nearby Stores

Related collections and offers


Overview

El Plan Infinito, de la celebrada escritora latinoamericana Isabel Allende, es su primera novela situada en los Estados Unidos y con personajes nortemamericanos. Es la hipnozitizante y conmovedora saga de un hombre que, durante los largos años de su juventud y madurez, busca amor y aceptación. Allende traza la pobreza y abandono de la niñez de su protagonista, la persecuzion de las pandillas de un barrio de Los Angeles,el horror de sus experiencias en Vietnam, su vida frenética como abagodo en San Francisco—una serie de frustraciones que por fin se resuelven en acogida y redención.


Product Details

ISBN-13: 9780060951276
Publisher: HarperCollins
Publication date: 05/14/2002
Edition description: Spanish-language Edition
Pages: 336
Sales rank: 1,055,125
Product dimensions: 5.31(w) x 8.00(h) x 0.76(d)
Language: Spanish

About the Author

About The Author
Isabel Allende is the author of twelve works of fiction, including the New York Times bestsellers Maya’s Notebook, Island Beneath the Sea, Inés of My Soul, Daughter of Fortune, and a novel that has become a world-renowned classic, The House of the Spirits. Born in Peru and raised in Chile, she lives in California.

Hometown:

San Rafael, California

Date of Birth:

August 2, 1942

Place of Birth:

Lima, Peru

Read an Excerpt

Primera Parte

Iban por los caminos del oeste sin prisa y sin rumbo obligatorio, cambiando la ruta de acuerdo al capricho de un instante, al signo premonitorio de una bandada de pájaros, a la tentación de un nombre desconocido.Los Reeves interrumpían su errático peregrinaje donde los sorprendiera el cansancio o encontraran a alguien dispuesto a comprar su intangible mercadería.Vendían esperanza.Así recorieron el desierto en una y otra dirección, cruzaron las montañas y una madrugada vieron aparecer el día en una playa del Pacífico.Cuarenta y tantos años más tarde, durante una larga confesión en la que pasó revista a su existencia y sacó la cuenta de sus errores y sus aciertos, Gregory Reeves me describió su recuerdo más antiguo un niño de cuatro años, él mismo, orinando sobre una colina al atardecer, el horizonte teñido de rojo y ámbar por los últimos rayos del sol, a su espalda los picachos de los cerros y, más abajo, una extensa planicie donde su vista se pierde.El liquído caliente se escurre como algo esencial de su cuerpo y de su espíiritu, cada gota, al hundirse en la tierra, marca el territorio, con su firma. Demora el placer, juega con el chorro, trazando un círculo color topacio sobre el polvo, percibe la paz intacta de la tarde, lo conmueve la inmensidad del mundo con un sentimiento de euforia, porque él es parte de ese paisaje limpio y pleno de maravillas, una inconmensurable geografía a explorar.A poca distancia lo aguarda su familia. Todo está bien, por primera vez tiene conciencia de la felicidad es un momento que jamás olvidará.A lo largo de su vida Gregory Reeves sintió en varias ocasiones ese deslumbramiento ante las sorpresas del mundo, esa sensaciónde pertenecer a un lugar espléndido donde todo es posible y cada cosa, desde lo más sublime hasta lo más horrendo, tiene una razón de ser, nada sucede por azar, nada es inútil como predicaba a gritos su padre, ardiendo de fervor mesiánico, con una serpiente enroscada a sus pies.Y cada vez que tuvo ese chispazo de comprensión recordaba aquella puesta de sol en la colina.Su niñez fue una época demasiado larga de confusiones y penumbras, excepto esos años viajando con su familia.Su padre, Charles Reeves, guiaba a la pequeña tribu con severidad y reglas claras, todos juntos, cada uno cumpliendo con sus deberes, prenuo y castigo, causa y efecto, disciplina basada,en una escala de valores inmutable.El padre vigilaba como el ojo de Dios.Los viajes determinaban la suerte de los Reeves sin alterarles la estabilidad, porque las rutinas y las normas eran precisas. Ése fue el único período en que Gregory se sintió seguro.La rabia empezó más tarde, cuando desapareció el padre y la realidad comenzó a deteriorarse de manera irreparable.

El soldado inició la marcha en la mañana con su mochila a la espalda y a media tarde ya estaba arrepentido de no haber tomado el bus.Partió silbando contento, pero con el paso de las horas le dolía la cintura y la canción se le enredaba con palabrotas.Eran sus primeras vacaciones después de un año de servicio en el Pacífico y regresaba a su pueblo con una cicatriz en el vientre, los resablos de un ataque de malaria y tan pobre como siempre había sido.Llevaba la camisa suspendida de una rama para improvisar sombra, sudaba y su piel tenía el brillo de un espejo oscuro.Pensaba aprovechar cada instante de ese par de semanas de libertad, pasar las noches jugando billar con los amigos y bailando con las chicas que contestaron sus cartas, dormir a pierna suelta, despertar con el olor del café recién colado y de los panqueques de su Madre, único plato apetitoso de su cocina, lo demás olía a caucho quemado, pero a quién podía importarle la habilidad culinaria de la mujer más hermosa en cien millas a la redonda, una leyenda viviente con largos huesos de escultura y ojos amarillos de leopardo.Hacía mucho que no pasaba un alma por esas soledades, cuando sintió a su espalda los estertores de un motor, divisó a lo lejos la silueta imprecisa de un camión temblequeando como un esforzado espejismo en la reverberación de la luz.Esperó que se aproximara para pedirle un levantón, pero, al tenerlo más cerca cambió de idea, asustado por aquella inusitada aparición, un cacharro, pintado de colores insolentes, cargado hasta el tope con una montaña de bártulos, coronado por una jaula con pollos, un perro, atado de una cuerda, y sobre el techo un megáfono y un cartel donde se leía en grandes letras El Plan Infinito.

Se apartó Para dejarlo pasar, lo vio detenerse pocos metros mis adelante y por la ventanilla asomó una muler de pelo color tomate que le hizo señas Para llevarlo. No supo si alegrarse, se acercó cauteloso, calculando que seria imadultos y dos niños, y se requería pericia de acróbata Para trepar en la parte trasera.Se abrió la posible entrar en la cabina, donde viajaban apretados tres puerta y el conductor saltó al camino. El plan infinito . Copyright © by Isabel Allende. Reprinted by permission of HarperCollins Publishers, Inc. All rights reserved. Available now wherever books are sold.

From the B&N Reads Blog

Customer Reviews