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Cartas del Diablo a Su Sobrino
By C. Lewis HarperCollins Publishers, Inc.
Copyright © 2006 C. Lewis
All right reserved. ISBN: 006114004X
Capitulo Uno
Mi querido Orugario:
Tomo nota de lo que dices acerca de orientar las lecturas de tu paciente y de ocuparte de que vea muy a menudo a su amigo materialista, pero no estaras pecando de ingenuo? Parece como si creyeses que los razonamientos son el mejor medio de librarle de las garras del Enemigo. Si hubiese vivido hace unos (pocos) siglos, es posible que si: en aquella epoca, los hombres todavia sabian bastante bien cuando estaba probada una cosa y cuando no lo estaba; y una vez demostrada, la creian de verdad; todavia unian el pensamiento a la accion, y estaban dispuestos a cambiar su modo de vida como consecuencia de una cadena de razonamientos. Pero ahora, con las revistas semanales y otras armas semejantes, hemos cambiado mucho todo eso. Tu hombre se ha acostumbrado, desde que era un muchacho, a tener dentro de su cabeza, bailoteando juntas, una docena de filosofias incompatibles. Ahora no piensa, ante todo, si las doctrinas son «ciertas» o «falsas», sino «academicas» o «practicas», «superadas» o «actuales», «convencionales» o «implacables». La jerga, no la argumentacion, es tu mejor aliado en la labor de mantenerle apartado de la Iglesia. No pierdasel tiempo tratando de hacerle creer que el materialismo es la verdad! Hazle pensar que es poderoso, o sobrio, o valiente; que es la filosofia del futuro. Eso es lo que le importa.
La pega de los razonamientos consiste en que trasladan la lucha al campo propio del Enemigo: tambien El puede argumentar, mientras que, en el tipo de propaganda realmente practica que te sugiero, ha demostrado durante siglos estar muy por debajo de Nuestro Padre de las Profundidades. El mero hecho de razonar despeja la mente del paciente, y, una vez despierta su razon, quien puede prever el resultado? Incluso si una determinada linea de pensamiento se puede retorcer hasta que acabe por favorecernos, te encontraras con que has estado reforzando en tu paciente la funesta costumbre de ocuparse de cuestiones generales y de dejar de atender exclusivamente al flujo de sus experiencias sensoriales inmediatas. Tu trabajo consiste en fijar su atencion en este flujo. Ensenale a llamarlo «vida real», y no le dejes preguntarse que entiende por «real».
Recuerda que no es, como tu, un espiritu puro. Al no haber sido nunca un ser humano (oh, esa abominable ventaja del Enemigo!), no te puedes hacer idea de hasta que punto son esclavos de lo ordinario. Tuve una vez un paciente, ateo convencido, que solia leer en la Biblioteca del Museo Britanico. Un dia, mientras estaba leyendo, vi que sus pensamientos empezaban a tomar el mal camino. El Enemigo estuvo a su lado al instante, por supuesto, y antes de saber a ciencia cierta donde estaba, vi que mi labor de veinte anos empezaba a tambalearse. Si llego a perder la cabeza, y empiezo a tratar de defenderme con razonamientos, hubiese estado perdido, pero no fui tan necio. Dirigi mi ataque, inmediatamente, a aquella parte del hombre que habia llegado a controlar mejor, y le sugeri que ya era hora de comer. Presumiblemente -- sabes que nunca se puede oir exactamente lo que les dice? --, el Enemigo contraataco diciendo que aquello era mucho mas importante que la comida; por lo menos, creo que esa debia ser la linea de Su argumentacion, porque cuando yo dije: «Exacto: de hecho, demasiado importante como para abordarlo a ultima hora de la manana», la cara del paciente se ilumino perceptiblemente, y cuando pude agregar: «Mucho mejor volver despues del almuerzo, y estudiarlo a fondo, con la mente despejada», iba ya camino de la puerta. Una vez en la calle, la batalla estaba ganada: le hice ver un vendedor de periodicos que anunciaba la edicion del mediodia, y un autobus numero 73 que pasaba por alli, y antes de que hubiese llegado al pie de la escalinata, ya le habia inculcado la conviccion indestructible de que, a pesar de cualquier idea rara que pudiera pasarsele por la cabeza a un hombre encerrado a solas con sus libros, una sana dosis de «vida real» (con lo que se referia al autobus y al vendedor de periodicos) era suficiente para demostrar que «ese tipo de cosas» no pueden ser verdad. Sabia que se habia salvado por los pelos, y anos despues solia hablar de «ese confuso sentido de la realidad que es la ultima proteccion contra las aberraciones de la mera logica». Ahora esta a salvo, en la casa de Nuestro Padre.
Empiezas a coger la idea? Gracias a ciertos procesos que pusimos en marcha en su interior hace siglos, les resulta totalmente imposible creer en lo extraordinario mientras tienen algo conocido a la vista. No dejes de insistir acerca de la normalidad de las cosas. Sobre todo, no intentes utilizar la ciencia (quiero decir, las ciencias de verdad) como defensa contra el Cristianismo, porque, con toda seguridad, e incitaran a pensar en realidades que no puede tocar ni ver. Se han dado casos lamentables entre los fisicos modernos. Y si ha de juguetear con las ciencias, que se limite a la economia y la sociologia; no le dejes alejarse de la invaluable «vida real». Pero lo mejor es no dejarle leer libros cientificos, sino darle la sensacion general de que sabe todo, y que todo lo que haya pescado en conversaciones o lecturas es «el resultado de las ultimas investigaciones». Acuerdate de que estas ahi para embarullarle; por como hablais algunos demonios jovenes, cualquiera creeria que nuestro trabajo consiste en ensenar.
Tu carinoso tio,
ESCRUTOPO
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